Me hizo falta parar y no hacer nada durante el último mes y medio. En realidad, no lo decidí yo, lo decidió mi cuerpo. Busqué explicaciones en las constelaciones planetarias, los eclipses y en otros eventos astrológicos y, aunque no digo que el sol y la luna no tuvieran nada que ver, encontré la respuesta en algo mucho más sencillo y terrenal. Mi cuerpo estaba agotado.
Me pilló de sorpresa porque no recordaba un inicio de curso menos estresado desde hacía años. Antes de este parón forzoso, y tras la mudanza a mi nuevo barrio, tenía tiempo para entrenar ejercicios de fuerza , para contar las proteínas y grasas saludables de mi dieta y para andar 10.000 pasos al día (o casi). Creía haber llegado a un cierto grado de equilibrio hasta que me empecé a encontrar mal. Supongo que me sucedió como cuando, después de haber pasado una semana de locos, llega el fin de semana y entonces, con una agenda menos apretada, nos da el bajón y nos hace falta parar y no hacer nada.

Tommy Dewar
A veces no hacer nada es estar haciendo algo.
Qué significa no hacer nada
No sé estar sin hacer nada porque he perdido la capacidad de parar y de hacer una cosa cada vez. Cuando mi hijo juega a la Play, a veces me pide que le mire cómo juega. Solo quiere eso, que me quede a su lado y que le acompañe. Sin embargo, pocas cosas me parecen más difíciles que sentarme sin la presión del tiempo y no hacer nada.
Por eso, cuando digo que no he hecho nada, no me refiero a que me haya pasado los días realmente sin hacer nada viendo cómo juegan a la Play. A pesar de no estar en mi mejor momento, he seguido yendo al trabajo y encargándome de muchas de las cosas de mi casa. Sin embargo, no he ocupado cada minuto libre de mi día con cosas útiles o productivas. También me he sentado en el sofá con una manta y una infusión a ver una serie de Netflix yo sola (sin fijarme en cuál era la calificación por edades) o he hecho otro tipo de actividades con tan poca utilidad como pintar piedras.
A menudo, analizo mis avances preguntándome cuántas cosas he hecho o cuánto he adelantado de mi lista de tareas pendientes. Por eso, cuando me hace falta parar y no hacer nada útil o productivo me genera cierto grado de culpabilidad y me hace cuestionarme si soy débil o menos válida por parar.

Oscar Wilde
Hacer nada en absoluto es la cosa más difícil en el mundo, la más difícil y la más intelectual.
Por qué hace falta parar y no hacer nada
Vivo dando un paso para delante y otro para atrás. Avance y retroceso. Cada vez que me ocurre algo que me hace parar, me visualizo como una cebolla a la que voy quitando capas de las que me desprendo porque ya no me sirven. El problema surge cuando no sé distinguir qué capa quitar porque no tengo claro qué es lo prioritario para mí.
Llevo años madrugando para arañar horas al día y llegar a todo porque siempre he creído que no me organizaba bien. Sigo queriendo organizarme mejor, pero no para optimizar todo lo que hago para ser más productiva, para empoderarme, o incluso, para ser más feliz.
Más bien se trata de aprender a alterar las prioridades, de hacer una evaluación de las actividades que hacemos a lo largo del día, y con las que llenamos nuestro tiempo: actividades demasiado rápidas, demasiado aceleradas y demasiado cortas: un exceso de actividad que nos distrae de las que de verdad son importantes.
Aprendí a preguntarme los para qué de las cosas y a pensar en términos de utilidad. ¿Para qué sirve lo que hago?. No creo que hacerme este tipo preguntas sea algo malo; de hecho, buscar mi para qué o mi propósito de vida me ha llevado hasta donde estoy hoy.
Por eso, mientras estoy leyendo, intento retener palabras y frases para mejorar mi estilo de escritura, mientras camino voy contando los pasos que tengo que andar para cumplir mi objetivo diario y mientras escucho un podcast voy anotando ideas en mi cuaderno para inspirarme. Todo con el único objetivo de ser más productiva y de conseguir un beneficio de todo lo que hago.
Pero, claro, pensando así, es difícil justificar el tiempo sin hacer algo con lo que obtener un rendimiento.
Aparte de que no tenemos que estar todo el rato entretenidas, quizá, se nos ha olvidado que no todo tiene un para qué sino solo un porque sí y que también es importante hacer cosas por placer, solo porque sí, porque nos apetece y porque nos gusta.
Nassim Taleb
Lo que los tontos llaman perder el tiempo suele ser la mejor inversión.
Hace falta no hacer nada para priorizarnos
Hace tres años buscaba la manera de mantener un ritmo imposible de seguir. Leo lo que escribía entonces y siento compasión de mí misma porque no podía parar los días que tenía la regla.
En esa época no tenía otras opciones para hacer las cosas de otra manera, o al menos, eso creía, pero siempre las hay. Lo que ocurre es que no son inmediatas, requieren recorrer un camino que se nos hace demasiado largo y, a veces, tardan en llegar. Incluso no las vemos porque suponen planteamientos que ni siquiera entran dentro de nuestra esfera mental.
Las mujeres renunciamos a nuestras necesidades con facilidad. Estamos siempre disponibles para los demás y pocas veces para nosotras. Únicamente paramos y no hacemos nada cuando tenemos un motivo más que justificado para parar.
Sin embargo, necesitamos escapar de la sobreestimulación de nuestras vidas diarias, parar y hacer una pausa, a veces más larga de lo que nos gustaría, para no hacer nada, para recordar, qué, cuándo y cómo somos. Necesitamos parar para cuidar de nosotras mismas y de nuestra salud sin que sea un lujo del que debiéramos sentirnos culpables.
No me refiero a aislarnos y abandonar toda nuestra vida, sino a disfrutar de periodos y espacios para no hacer nada, para pensar, reflexionar, sanarnos y aprender a sostenernos.
Porque no solo somos productivas cuando hacemos algo nuevo, también lo somos cuando nos cuidamos y mantenemos nuestros cuerpos saludables.

Parar por el placer de hacerlo
Tengo un estuche azul con flores rosas en el que voy metiendo bolígrafos, lápices y cosas varias, como notas de mi hija o tickets de El Corte Inglés que luego no recuerdo dónde he metido. Como no saco nada, está a tope, tanto que casi nunca cierro la cremallera y lo dejo abierto en el escritorio. Al hacerme falta parar y no hacer nada me he dado cuenta de que me siento como el estuche: llena a reventar.
Creemos que progresamos únicamente cuando creamos algo nuevo, pero progresar también es destruir, eliminar y reparar.
No nos damos tiempo a asimilar lo que nos va sucediendo. Hacemos cosas, una detrás de la otra, y llenamos todo nuestro tiempo, como si fuera una huida hacia delante, sin averiguar si el camino es más bonito si parásemos en los lados.
No hacer nada no es sostenible en el tiempo. Por más que me gustaría dedicar mis días a desayunar en cafeterías y visitar librerías, vivo dentro de la sociedad, tengo hijos, responsabilidades y una hipoteca que terminar de pagar. No puedo mantenerme ahí fuera para siempre, ni física ni mentalmente.
Más que parar para huir, se trata de permitirnos parar para entender qué hacemos y por qué lo hacemos para no acabar llenas y agotadas, además de aprender a establecer unas prioridades que den espacio en nuestra vida a lo que nos importa.
Parar y tener tiempo para crear espacios propios que no funcionen como lugar de escape sino como cura, sin hacer nada productivo, sin planes que se puedan medir numéricamente: leer un libro sin buscar palabras o dar paseos sin ir a ningún sitio y sin contar los pasos. Solo por el placer de hacerlo, viviendo como si ya lo tuviéramos todo, sin nada nuevo que guardar dentro de nosotras.

Thoreau
Lo importante no es estar ocupado; las hormigas lo están. Lo importante es preguntarse en qué estamos ocupados.

Como siempre, me encuentras al otro lado de la pantalla.❤
Si te ha gustado, suscríbete para seguir en contacto y recibir los regalos que tengo para ti.
¿Caminamos juntas?
Un abrazo,

Cuando necesites descansar de lo que buscas
Plan Fatal. Dani Fernández ft. Juancho Sidecars
Tengo un plan que va a sonar fatal
Y no te importará
Esto también te puede interesar:
Interesante tu post amiga, muy concreto.
Por favor ayúdame con una visita y un comentario en mi blog, te lo agradecería mucho, apoyémonos entre nosotros, https://koarpy.com/montanas-rusas-recorrer-arquitectura/ gracias :3
Gracias leerme Koarpy.
Un abrazo
Hola! Grandes verdades que en la sociedad que vivimos de la inmediatez y las prisas se nos olvida de lo importante de parar, de no hacer nada, que de tonto no tiene nada (por cierto, gran frase) al contrario, los grandes sabios bien lo aplicaban.
Parar, respirar y dejar espacio. Un placer leerte.
Un abrazo gigante!
Hola Yolanda. Un placer que sigas por aquí.
Sí, que importante es parar y respirar para sentirnos bellas y bien.
Un abrazo.
Qué buen post, Laura!
No es bueno entregarnos a los demás sin reservarnos el espacio que nos merecemos y necesitamos.
Un abrazo y Feliz Navidad.
Gracias por pasarte por aquí Carmen.
Me alegro de que te guste.
Un abrazo y feliz Navidad a ti también