Por qué no es bueno ser felices para siempre

Ya me definí como adicta a la felicidad, así que llevo buena parte de mi vida adulta preguntándome por qué no es bueno ser felices para siempre. Cuando empieza un nuevo año, cierro el año que termina con un pequeño balance: ¿Soy más feliz ahora que hace unos años?, ¿qué me hace feliz?, ¿es posible ser feliz para siempre?.  Gracias a estas preguntas recurrentes, puedo comprobar cómo mi concepto de la felicidad ha ido evolucionando, para dejar de ser como los fuegos artificiales de Nochevieja y pasar a ser como el amanecer del día de Año Nuevo.

Mis últimas reflexiones de este año 2022 han venido de la mano del libro “En defensa de la infelicidad” de Alejandro Cencerrado, que lleva dieciséis años midiendo su propia felicidad y que, además, trabaja en el Instituto de la Felicidad de Copenhague tratando de entender qué es lo que nos hace más o menos felices como individuos y como sociedad.

En defensa de la infelicidad
En defensa de la infelicidad. Alejandro Cencerrado

¿Cómo se valora la felicidad?

Es difícil dar un valor a algo tan abstracto como nuestra felicidad. En su libro, Alejandro explica el método estadístico que él emplea y cómo valora cada día en una escala del 1 al 10, preguntándose si le gustaría que se repitiera un día como el que acaba de vivir, teniendo en cuenta cómo se ha sentido. Algo parecido a lo que planteaba Steve Jobs en su discurso de graduación de la Universidad de Stanford.

Por mi parte, tengo mis anotaciones en mis diarios y mis cuadernos, que son de todo menos metódicas. Utilizo mi diario a modo de desahogo, por lo que cuando releo algunas partes, mi vida parece horrible. A diferencia de Alejandro, no escribo todos los días sino solo por periodos, así que lo que escribo en mis cuadernos está sesgado, como los buenos recuerdos, pero al revés.

Me siento más cómoda escribiendo sobre emociones como la angustia y la tristeza y con facilidad me olvido de las buenas rachas cuando estoy mal. Si paso una temporada de mucho estrés en el trabajo, acabo pensando que mis días en el trabajo siempre son así, cuando no es verdad, o si se unen varios días de discusiones con el hombre gladiolo, empiezo a imaginar que nuestra relación no tiene futuro. La infelicidad es mi gran fuente de inspiración, así que cuando me siento mal, escribo, mientras que cuando me siento bien, hago otras cosas.

El cerebro parece no ser muy eficiente estimando qué nos hará felices a largo plazo ni tampoco recordando lo que nos hizo felices en el pasado.

Alejandro Cencerrado. En defensa de la infelicidad

Por qué no es bueno ser felices para siempre

No podemos estar bien todo el rato, ni siquiera si vivimos satisfechas con la vida en general. El placer y el dolor, el amor y la tristeza, la ilusión y la desilusión van unidos y no podemos separarlos. La felicidad y la infelicidad también van de la mano. Pero, ¿por qué no es bueno ser felices para siempre?

Si no conociéramos la infelicidad no valoraríamos la felicidad. Eso explica que seamos más felices después de encontrar unas llaves que habíamos perdido, tras beber un vaso de agua cuando estamos sedientas, o cuando disfrutamos de un finde relajado después de una semana estresante. Somos felices por contraste con otra situación en la que no lo éramos tanto, más que por nuestra situación objetiva.

Este es el motivo por el que me siento feliz por el simple hecho de estar sana, porque, después de superar el cáncer de pecho, valoro mucho más mi salud, algo que no me ocurría antes, cuando no reparaba en la felicidad que da la salud y la daba por supuesto.

Sin embargo, no siempre tengo claridad sobre lo que para mí significa una vida feliz. Hay días que, aunque lo tenga casi todo, no me siento demasiado bien, como en aquel anuncio, días en los que mi mente me dice que quizá no estoy en el sitio correcto y que debería estar haciendo otra cosa diferente.

Debemos asumir de una vez que no podemos ser felices los 365 días del año, pero no pasa nada, porque la vida es mucho más que eso.

Alejandro Cencerrado. En defensa de la infelicidad

¿Cuál es la causa de nuestra infelicidad?

Vivo sorteando las incoherencias que me hacen sentir infeliz, cuando creo que tengo que hacer una cosa, pero termino haciendo otra. Algunas son cosas muy simples, como cuando acabo en el sofá con el móvil, a pesar de que sé que me hace más feliz leer un libro que quedarme enganchada en Instagram.

La mayoría de las veces, mi infelicidad surge de algún tipo de conflicto entre lo que hago en el día a día y mis aspiraciones en la vida. Me siento infeliz cuando siento que la distancia que existe entre ambos es grande y me desgasto cuando me obligo a seguir por un camino que no es. Para no sentirme así, estoy aprendiendo a llenar esa brecha con cosas que realmente me importan.

Si echo la vista atrás y me comparo con mis yoes del pasado, ya sea hace veinte años cuando casi lo único que hacía era trabajar o hace diez años cuando mis hijos eran pequeños, veo como siempre he vivido de la misma manera: estresada, agobiada y preocupada por cumplir unas expectativas que no eran las mías.

Cuando reviso lo que he escrito a lo largo de los años, las cosas que me hacen infeliz son casi siempre las mismas porque mis patrones de comportamiento se repiten una y otra vez: trato de controlarlo todo y quiero tener siempre la razón, quiero ir más rápido de lo que puedo, tengo miedo a no ser suficiente, y tiendo a dejar las cosas a medias y a quedarme solo en la reflexión.

Hay días que aún no sé dónde está mi mejor versión, así que ser compasiva y generosa conmigo misma, y no solo con los demás, también me ayuda a ser feliz.

Ser feliz cada día

No tengo una lista de consejos sobre la felicidad o cómo vivir más felices. Todavía no he encontrado una fórmula para equilibrar mis quehaceres diarios con mis expectativas a largo plazo.

Hay días en los que siento una sensación de armonía y satisfacción con mi vida tal como es, ordenada y sin complicaciones, y con que mis hijos puedan llevar una vida normal y otros días, en cambio, me asaltan las dudas de siempre sobre las expectativas de cómo desearía que fuera mi vida, y toda la armonía se desvanece en un suspiro.

Cuando la rutina me absorbe, me cuesta valorar cada día mientras lo estoy viviendo. Solo busco la belleza del sol cuando no lo tengo, y tampoco lo aprecio lo suficiente en los días soleados. Por eso, durante el invierno, cuando amanece un día gris y lluvioso, me siento infeliz porque llueve y pienso que sería más feliz si fuera verano, sin recordar que el sol no me garantiza la felicidad.

No le damos importancia a los días normales, a lo que comemos un veinticinco de enero, al paseo hasta el trabajo y a la película que vemos los viernes por la noche. Sin embargo, reconocer lo bueno que nos pasa nos hace felices. Mis momentos más felices son los que están llenos de amor por mis hijos y aquellos en los que estoy en el momento presente, cuando siento libertad interior y disfruto de la belleza de cada instante. Momentos en los que no deseo nada más.

Navidad en el pueblo

En defensa de la infelicidad

La infelicidad es inevitable. La vida es una combinación de condiciones y circunstancias y no es una sola cosa la que nos hace sufrir o la que nos hace felices.

Debido a mi tendencia natural a la infelicidad, me da miedo admitir que soy más feliz en 2022 que hace veinte años, y también, que lo soy más al acabar este año que al comenzarlo. A pesar de que sé que no es bueno ser felices para siempre y que mi situación no es perfecta, todo lo que me rodea es más fácil. Aunque sea una felicidad por contraste.

Soy más feliz porque ahora me conozco mejor, mi mente está más calmada y no tengo tanta prisa por llegar a ningún sitio. No siento una felicidad exaltada, como la que se siente cuando te vas de viaje hacia un destino paradisíaco o sales de fiesta y te lo pasas bien, sino más bien, una felicidad tranquila, como un modo de ver las cosas y de mantener la serenidad. Aunque no siempre lo logre.

Sé que soy responsable de mi felicidad o de mi infelicidad, pero me sigue resultando difícil ser sincera conmigo misma cuando me pregunto cómo ser feliz y decidir qué quiero en mi vida.

También sé que la respuesta está en mi interior, pero, a veces, no la busco ahí o solo miro de reojo.

Ser feliz no es fácil ni rápido. Lo que de verdad tiene que ser llega con el tiempo, con la práctica y con la determinación. Por eso, es tan importante el proceso y disfrutar del camino, y para eso, el mejor consejo es no convertir la felicidad en una meta y centrarnos, no tanto en la búsqueda de la felicidad, como en la felicidad de buscarla.

Feliz Año Nuevo.

Todos buscan un final perfecto. Con el tiempo te darás cuenta de que no todos los poemas buenos riman y que no todas las grandes historias tienen un principio y un final.

Como siempre, me encuentras al otro lado de la pantalla.❤

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¿Caminamos juntas?

Un abrazo,

firma Laura

Lo siento por interrumpir
Solo he venido a preguntar
Me dicen que soy infeliz
¿Qué puedo hacer por mejorar?

Mi realidad. Lori Meyers

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2 comentarios en «Por qué no es bueno ser felices para siempre»

  1. Hola! Es un tema que ya sabes que también me apasiona e investigado. Creo que la felicidad es un estado interior y cuestión de actitud-pero también varia de una persona a otra-, y por eso muchas veces aunque tengamos muchas cosas podemos no sentirnos felices, y otras con muy poco lo somos, como en el caso de las personas que hemos tenido problemas de salud, valoramos hasta el aire que respiramos.
    E indudablemente, nos sentimos bien cuando hacemos eso que queríamos hacer, no como muchas veces nos pasa a todos irnos al móvil jejeje.
    Buen artículo.
    Un abrazo gigante, Laura.

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