El verano es mi estación favorita del año. Los últimos días de trabajo antes de salir de Madrid se me hacen eternos. Mientras conduzco por la M-40, se me ocurren mil motivos por los que parar en verano, soltar el acelerador y disfrutar de planes tranquilos, sin hojas de Excels ni gráficos. Sueño con leer novelas, montar en bici, tumbarme en el césped y sentir el sol, comer melón y sandía, llevar vestidos de tirantes y jugar al UNO en la piscina. Porque sí, para nada.
Pero, cuando, por fin, llegan las vacaciones me cuesta adaptarme a un ritmo más lento. A pesar del sol, la sandía y los tirantes, sigo estresada.
Creo que, si me acordara de la física que estudié en el instituto, encontraría una explicación científica, con más o menos rigor, a esta especie de inercia que hace que me suponga más esfuerzo parar que seguir moviéndome.

Un verano puede cambiarlo todo.
Stranger Things
Por qué me cuesta tanto parar
Mi ritmo natural es lento: soy como una geisha caminando tres pasos por detrás y siempre soy la última en estar lista para salir de casa. Lo que pasa es que estoy acostumbrada a la velocidad, al ruido y a las luces de neón. Durante el curso voy rápido a todos los sitios y me quejo de que no tengo tiempo ni de sentarme en el sofá, pero cuando tengo el tiempo para parar, no lo hago. A mis hijos les digo que es estupendo que se aburran un poco, en cambio a mí, me horroriza pensar que estoy perdiendo el tiempo si bajo el ritmo.
Se me ha olvidado cómo disfrutar de no hacer nada.
Esto me pasa los primeros días de las vacaciones. Necesito un periodo de adaptación. Siempre estoy buscando cosas que hacer y mejor, si es algo útil. Tengo que repetirme, como si fuera un mantra, que no hay nada de malo en parar y no hacer nada y que me merezco unas vacaciones y descansar.
No solo es que no pare de moverme, sino también es mi actitud mental. Mi cabeza no para de pensar en lo que tendría que estar haciendo y no hago o en lo que sí estoy haciendo y sería mejor que no hiciera. El caso es dar vueltas. Así no hay quien descanse ni disfrute.
El arte del descanso es una parte del arte de trabajar.
John Steinbeck
Motivos por los que parar en verano
Venimos de una generación que nos ha enseñado la importancia del esfuerzo y de trabajar duro para ser conseguir las cosas. Sin embargo, en muchas ocasiones, no nos dijeron que también hay un tiempo para el descanso y para la celebración.
Durante todo el año, trabajo para lograr aquello que deseo y voy marcando ticks en mi calendario de planificación. Sigo y sigo, sin pararme a reflexionar en lo que he avanzado ni en lo que he conseguido. Me quedo sin la diversión.
Celebremos cada ocasión con vino y con palabras dulces.
Plauto
Parar para hacer balance del año
Solo podemos ser conscientes de lo que hemos logrado cuando paramos. Quizá sería buena idea organizar unas campanadas también a mediados de agosto. Así recordaríamos que el verano es un buen momento para hacer balance de lo que llevamos de año y evaluar cómo nos están yendo las cosas. Salirnos de nuestro escenario habitual en verano y de nuestras actividades diarias del resto del curso nos dan perspectiva para valorar nuestra posición y preguntarnos si vamos por el camino correcto para llegar adonde deseamos o si es necesario que hagamos algún cambio, y si vemos la recompensa al esfuerzo que hemos realizado a lo largo del año.
Parar para celebrar
Entendí mal la fábula de la cigarra y la hormiga. Me quedé solo con la moraleja de que tenía que esforzarme y trabajar mucho, como hacía la hormiga durante el verano, si no quería que me ocurriera como a la cigarra. Porque la cigarra se había divertido, se había pasado el verano cantando y el invierno le pilló desprevenida. Pero la fábula no va de suprimir la diversión y trabajar todo el año, sino más bien de alternar el tiempo para el trabajo, como la hormiga en verano, con el tiempo para el descanso, como hace en invierno.
La naturaleza sigue su ritmo perfecto y cíclico, como nosotras. El verano es la estación de parar y recoger los frutos de las semillas que sembramos el otoño anterior y celebrar la cosecha, celebrar el trabajo bien hecho.
En verano conecto con la vida en la naturaleza, en el río, donde me siento un poco bruja. En un ritual improvisado, llevo semillas, unos granos de arroz o maíz, como símbolos de abundancia y prosperidad, conecto con la energía del lugar y esparzo las semillas como muestra de agradecimiento por lo que soy y tengo ahora sintiendo que se las ofrezco a la Tierra como un regalo. Es mi forma de celebrar.

Parar para reconectar
Recuerdo veranos de volver a Madrid más cansada de lo que me fui antes de las vacaciones. Una especie de turismo-maratón, como en aquella película, Si hoy es martes, esto es Bélgica. Días llenos de actividades y estímulos exteriores, de visitas a muchos sitios y de ver muchas cosas. Todo para desconectar.
No es que mis vacaciones ahora sean un retiro espiritual, algo imposible con niños, pero más que desconectarme de mí, busco reconectar conmigo: conectar con mis intereses, con mi familia, con la naturaleza, con aquello que me gusta y me hace sentir bien para renovar las fuerzas y volver con las pilas cargadas.
Habrá un verano eterno en el corazón agradecido.
Celia Thaxter
Parar y respirar
A veces, creo que soy super-woman y que no necesito parar.
Dadas mis resistencias, tengo que obligarme a parar. Primero mi cuerpo y luego mi mente. Sé algo que siempre funciona. Me tumbo y solo respiro. Miro al cielo y no hago nada más. Me quedo inmóvil como un lagarto, como una planta. A los dos minutos ya me quiero levantar y ponerme a hacer cosas porque me siento rara sin hacer nada, pero me obligo a seguir un poco más.
Hay días en los que el silencio me resulta inquietante y me asusta, me da miedo lo que me pueda decir y no quiero que me dé un bajón, así que tengo otra versión un poco más light: me siento, cierro los ojos y escucho un mantra o una canción suave que me guste y que me invite a parar. Como esta:

Como siempre, me encuentras al otro lado de la pantalla.❤
Si te ha gustado, suscríbete para seguir en contacto y recibir los regalos que tengo para ti.
¿Caminamos juntas?
Un abrazo,

Al fin el otro día pudimos ir
En bicicleta. La buena vida.
Cogimos nuestras bicis, éramos mil
Pedaleando
Alcanzamos sonrisas, necesitamos más
Esto también te puede interesar:
Gracias Laura por Chispitear tu vida y salpicar con tu luz, tu experiencia, tu amabilidad contigo misma …. Corazonar, chispitear las estaciones es uno de mis dones, pasiones, …. esencia … El verano es para mí pura alegría de vivir …. mi corazón sonríe … de manera natural … es luz, … mi tempo … Gracias linda flor Chispiteante, Susie Chispitas.
Gracias Susie por tu sonrisa y tu ejemplo,en verano y el resto del año. Un abrazo amiga