Identifico las señales del Universo en todo lo que sucede alrededor: una amiga me escribe por Whatsapp cuando estaba pensando en ella, me fijo en el reloj del ordenador a las 11:11 o veo una pluma de pájaro en la calle. Cualquier cosa me sirve: aparece alguien, sucede algo, leo una frase en un cartel de la calle o suena una canción, como en La, la, land. Para mí, todo son señales disfrazadas de «causalidad».
También recibo señales que son como toques de atención: pierdo las llaves del coche, me quedo sin conexión a internet o no encuentro el móvil. Creo que me están diciendo que me falta escucha y presencia, que estoy yendo demasiado rápido.
No sé de dónde vienen estas señales, el Universo, Dios, los seres de luz o nuestros guías espirituales, pero me imagino una fuerza superior que nos envía mensajes que quieren guiarnos. Porque las señales son justo eso, algo significativo que aparece en nuestra vida, que nos trae un mensaje oculto en su interior y que es importante para nosotras en ese momento.

“Si me lo permiten” Brooks Haxton.
Quiero dar las gracias a Dios, sobre todo, si existe, que creo que sí. Tal vez no. Seguramente no. Pero quiero darle las gracias. Gracias.
Señales en conexión con el Universo
Cuando aparecen, las señales parecen hechos sin importancia, pero llaman nuestra atención para preguntarnos si vamos por el camino correcto. Son como una postal que se cae delante de ti para recordarte que seas tú misma.
Alguien de naturaleza racional como el hombre gladiolo, que trata de buscar todo tipo de explicaciones lógicas a cualquier acontecimiento ilógico, en las señales simplemente ve casualidades envueltas en caos y desorden, pero a mí, esos hechos que ocurren en contra de cualquier teoría científica, me parece que son magia.
Creo en las señales porque las he recibido de manera clara muchas veces y cuanto más conectada me siento conmigo misma, más señales recibo.
Cuando comencé las pruebas médicas en el hospital, inicié también un camino de introspección. Me sentía en conexión continua con el Universo y recuerdo esos meses llenos de señales y de sincronicidades sin explicación. Como un día que me encontré en mi buzón una carta con el mensaje “Tu abuela tenía razón: Laura, qué maja eres” cuando me daban un resultado importante del hospital. Se me pusieron los pelos de punta, porque justo ese día era el aniversario de la muerte de mi abuela. En este caso, la señal era un certificado fiscal que me enviaban para hacer la declaración de la renta, pero para mí, fue mi abuela que me mandó su apoyo ese día que estaba tan nerviosa.

Kazuo Ishiguro
Hay que estar atentos a las revelaciones porque estas no llegan siempre envueltas en lo que uno cree. A veces, llegan envueltas en cosas que nos distraen, pero son pequeños instantes que nos descubren a menudo cosas inmensas, cosas que nos van a cambiar la vida, pero hay que reconocerlas al aparecer, porque si no, se te escurren entre las manos.
Identificar las señales del Universo gracias a la intuición
La información que nos rodea entra en nuestro campo de percepción de una manera no tangible. Las señales están por todas partes: delante, atrás, arriba y abajo, pero, sobre todo, las señales están dentro. El cuerpo nos manda señales y ser conscientes de lo que estamos sintiendo cuando hacemos algo es la mejor señal para saber si ésa es una decisión que nos beneficia o no.
Antes de mudarnos a nuestra casa, visitamos unos cuantos pisos en venta y en particular, fuimos a uno que cumplía todos nuestros requisitos y que tenía muchas posibilidades. Sin ninguna explicación y en apariencia, sin ningún motivo lógico, sentí que ese piso no era para nosotros. Simplemente, lo supe de manera intuitiva. Pero como la intuición va más allá de lo que se puede explicar con palabras, y se siente o no se siente, el problema fue defender mi decisión ante los demás.
Vivimos rodeados de señales, pero si no nos damos el tiempo para escuchar los mensajes, no podremos reconocer ni interpretar ninguna señal. Por muchas plumas y muchos números repetidos que veamos, cuando no tenemos activas las antenas de la intuición, no nos damos cuenta de ninguna señal.
Para ser capaz de identificar una señal del Universo no hay que estar buscándolas de manera activa ni tampoco tener capacidades psíquicas especiales o un sexto sentido super-ultra-desarrollado. Lo único que hay que hacer es estar abiertas y dejarnos sorprender.
Para conseguirlo, la clave está en unificar mente e intuición y dejar que las señales nos hablen, despertar nuestra mente intuitiva, que nos ayude a integrar lo sutil y a estructurar los mensajes que nos llegan. Pensar y ver de una manera circular (y no lineal), como nosotras, las mujeres.
Gerard Guillenzen
La intuición más allá de saber la respuesta correcta a algo incierto que nos ocurre en la vida, es entender de forma instintiva que información no es importante en nuestra vida y por lo tanto, puede descartarse.
¿Se pueden pedir señales al Universo?
Por un lado, están las señales que vienen de algún sitio y que aparecen delante de nosotras, y por otro, están las señales que buscamos y que incluso, forzamos un poco.
Dicen que podemos pedir señales al Universo, para que, de la nada, escuchemos una conversación en el supermercado que nos dé la respuesta que estábamos esperando o que nos hablen de un libro que nos abra los ojos sobre un tema. Un poco al estilo de la lámpara de Aladino.
A mí esto me suena un poco a hacer trampas. Me explico: es como cuando quieres quedarte embarazada y entonces, solo ves embarazadas por la calle. Porque lo que sí parece cierto y demostrable es que cuando nos enfocamos en algo, nuestro cerebro por algún mecanismo perfectamente explicable desde un punto de vista científico,de alguna manera, selecciona eso de entre todo lo que nos rodea y por eso, lo vemos. Lo que no tiene nada de mágico, aunque lo parece.
Yo misma pruebo a pedir señales al Universo cuando siento que doy palos de ciego porque no sé por dónde ir ni cómo actuar. Pido ver una rosa roja o escuchar una canción con un mensaje para mí en la radio para saber si una decisión es correcta; además, me conformo con una canción más sutil que las de Shakira. No me funciona: la rosa no aparece y la canción no suena. O quizá sí funciona y lo que ocurre es que la decisión no es la correcta, pero el caso es que no lo sé.
En cualquier caso, creo que cuando no aparecen las señales, es porque no tenemos claro lo que queremos. Por eso, pedir una señal para que aparezca es útil si sabemos dónde vamos porque si no, aunque nos lleguen las señales, no sabremos interpretarlas. Como pedirle al GPS que nos lleve a un destino desconocido.
Conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas
Si no sabes adónde vas, cualquier camino te lleva ahí.
Cuando confundimos las señales con resistencias internas
Las señales son eso, señales. Las recibimos y sentimos que es por ahí, pero seguimos sin saber con certeza si es el momento y el lugar. Por eso, a veces, confundimos nuestras propias barreras internas con señales disfrazadas.
De ahí surgen las señales no señales. Nosotras creemos que sí lo son, pero no. Creemos verlas cuando vamos a hacer algo que es importante para nosotras, pero nos da miedo hacerlo o no nos atrevemos por algún motivo. Como cuando estás apuntada a un curso que te interesa mucho, te coincide con una competición de gimnasia rítmica de tu hija y lo descartas porque crees que es una señal. También he recibido estas señales muchas veces.
Si eres de Madrid, a finales del año pasado te envié un e-mail anunciando un taller en el centro ArteyRio de mi amiga Ana. Hablamos, fijamos una fecha y decidimos hacer una actividad bonita. Entonces empecé a recibir señales que me llevaron a pensar que no era buena idea: al hombre gladiolo, que se iba a encargar de los niños, le surgió un compromiso ese mismo día, varias amigas me dijeron que no podían y ocurrió algún que otro inconveniente más. Todo lo identifiqué con señales y cancelé el taller. Pero sé que son señales no señales.
En ocasiones, cuestionamos demasiado cómo y por qué nos suceden las cosas. Por eso, cuando surgen dificultades en los planes que nos habíamos trazado inicialmente nos decimos que todo pasa por algo, creemos que el Universo nos está hablando y entonces, nos autoconvencemos que nuestra voz no tiene valor y nos desautorizamos. Nos traicionamos.
Las señales siempre están ahí
Me gustaría saltar en paracaídas desde un avión. Recibo señales que me indican que podría hacerlo, pero no me atrevo. Todavía lo observo todo desde la puerta del avión y me pregunto si el paracaídas se abriría o no si me atreviera a saltar.
Sé que la vida no se teje en las estrellas sino en nuestra propia realidad, con decisiones y en conexión con ese mapa interior que a veces nos asusta reconocer. Sin embargo, me cuesta mucho abandonar mis creencias de no saber, de ser una impostora y una parte de mí se sigue aferrando a la idea de que soy la persona con más dificultades para saltar del avión.
Dicen los astrólogos que en la era de Acuario que acaba de empezar, nuestra capacidad de intuición se va a despertar y que será una época de ideas innovadoras y de visiones futuristas, casi como en las películas de ciencia ficción.
No sé cómo será el futuro, pero con la cantidad de estímulos que recibimos hoy, sin reservarnos ratos de silencio para nosotras mismas, ya resulta complicado identificar las señales de manera clara.
Pero las señales siempre están ahí: en mi oráculo de cartas, en la etiqueta del té de la mañana o cuando abro un libro por una página cualquiera. También en ese pensamiento reiterado en mi cabeza que me dice: “Hazlo. Salta”.

Czeslaw Milosz “Veni, Creator”
Solo soy un hombre, por eso, necesito señales visibles.

Como siempre, me encuentras al otro lado de la pantalla.❤
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¿Caminamos juntas?
Un abrazo,

Luces encendidas cuando te quedas despierta
Señales. Amaral
Luces que guían a los vuelos que despegan
Y hay otras señales
Que por más que esperes
Nunca llegan
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Hola, Laura!
Totalmente, recibimos señales a modo de respuestas a algo o como mensajes, pero solamente nos damos cuenta de ellas cuando estamos conectadas con nosotras mismas y despierta la intuición y, como dices es magia.
Un abrazo gigante!
Hola Yolanda.
A mí es lo que me parece que son, magia.
Un abrazo,
Laura