Hay meses especiales y meses que pasan más desapercibidos. Diciembre es uno de los especiales: adornamos la casa con luces, comemos turrón, compramos lotería y nos reunimos con las familias. Además, para mí, diciembre es especial por ser el mes de las revisiones médicas. Desde que me dieron el alta tras la operación y el tratamiento del cáncer de pecho, voy cada seis meses al hospital a hacerme análisis, ecografías y mamografías para comprobar que todo sigue bien. Se hace así por protocolo médico.
Los días anteriores a estas revisiones pienso más de la cuenta y me preocupa que se vea algún indicador fuera de las bandas de la normalidad.
Te voy a contar algo inconfesable. Un pequeño secreto. A veces, durante una milésima de segundo, pasa por mi cabeza el fugaz deseo de estar enferma otra vez. Sé que esto suena mal. Muy mal. Fatal. Solo es cuestión de una milésima de segundo y que este pensamiento, según viene, se va.
Solo es una ilusión. Es un deseo ficticio.
Detrás de este deseo tan oscuro, se esconde el anhelo de vivir cómo me permití hacer cuando me dieron el diagnóstico del cáncer.
Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre.
Mahatma Ghandi
Miedo a seguir viviendo como vivía
No me refiero a lo de que la enfermedad te hace valorar más lo que tienes y que entiendes la vida de otra manera. Claro que esto pasa. Pero no quiero decir esto.
No es fácil de entender ni tampoco es fácil de explicar, pero durante los meses en los que conviví con el cáncer fui feliz. No me malinterpretes. Fue una época difícil, muy difícil. Sentí miedo, mucho miedo, un miedo irracional que hacía que mi cuerpo temblara sin control.
Comprendí que mi mayor miedo no era a morirme. Lo que más miedo me daba era a seguir viviendo como vivía.
Me atreví a escuchar a mi corazón y decidí ser feliz. Al igual que aquellos que quedan desahuciados y no tienen nada que perder, me sentí libre de ser yo.
Fui libre para elegir cómo llenar las horas de mis días y decidí pasear sola entre los árboles, meterme en la bañera de agua caliente con música de piano y velas y cocinar alcachofas al horno sólo para mí.
Fui libre de soñar despierta y de escribir cómo sería mi futuro y decidí tener esperanza y creer en lo imposible.
La enfermedad me hizo un maravilloso regalo. Me regaló el coraje de buscarme y de encontrarme, de cuidarme y de quererme. Una valentía que, a veces, inmersa en la vida normal, siento cómo se me escapa de entre los dedos.

Recuerda que vas a morir, no tienes nada que perder
Steve Jobs murió por un cáncer de páncreas a los 56 años en 2011. En 2005, dio un emotivo discurso en la Universidad de Stanford, en el que habla a través de tres historias personales, sobre la vida y sobre la muerte, sobre la capacidad de superación constante, la necesidad de reinventarse y empezar de nuevo, y la búsqueda incesante de la pasión. Son 15 minutos que merece la pena escuchar.
A continuación, te transcribo parte del discurso, cuando habla de la muerte como motor de la vida (en el vídeo, a partir del minuto 8,50).
Discurso de Steve Jobs en Stanford
«Mi tercera historia es sobre la muerte. Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo así como: «Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás la razón». Me marcó y desde entonces, durante los últimos 33 años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: «Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?». Y si la respuesta era «No» durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo. Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanecen frente a la muerte, dejando solo lo que es importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón.
Hace casi un año me diagnosticaron cáncer. Me hicieron un chequeo a las 07:30 de la mañana y mostraba claramente un tumor en el páncreas. Ni siquiera sabía que era el páncreas. Los doctores me dijeron que era casi seguro que se trataba de un cáncer incurable, y que mi esperanza de vida sería de tres a seis meses.
[…]
Nadie quiere morir. Incluso las personas que creen que irán al Paraíso, no quieren morir para llegar allí. Pero la muerte es el destino final al que llegaremos todos. Nadie ha podido evitarlo y así debe ser porque la muerte es muy posiblemente el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida. La muerte aparta lo viejo abriendo paso a lo nuevo. Ahora lo nuevo sois vosotros, pero dentro de no demasiado tiempo, vosotros también os convertiréis en lo viejo y os iréis. Siento ser tan dramático, pero realmente es así. Vuestro tiempo es limitado, por eso no lo gastéis viviendo la vida de otros. No permitáis que os atrapen los dogmas, que es como vivir según el resultado de los pensamientos de otros. No permitáis que vuestras voces interiores se pierdan en el ruido de opiniones ajenas. Lo más importante es tener el coraje de seguir el impulso de vuestro corazón y de vuestra intuición, de algún modo ellos ya saben qué queréis llegar a ser realmente. Lo demás es secundario.».
[…]
Permaneced hambrientos. Permaneced alocados.”
Hazlo como si fueras a morir mañana
La muerte asusta. Nunca estás preparada para cuando llega ese momento.
A nadie le gusta hablar de la muerte. Ni de nada que esté relacionado con ella. Es incómoda.
Cuando hablaba del cáncer, notaba cómo algunas personas no sabían cómo manejar la conversación y les resultaba difícil escoger las palabras qué decir. Incluso, yo ahora, a veces también, evito decir la palabra prohibida y uso otras expresiones como cuando pasó lo del pecho.
No sabemos cuándo vamos a morir. Lo único seguro es lo que hacemos con nuestra vida.
La vida pasa rápido. Cada día te queda un día menos de vida. Ésa es la única verdad.
¿Qué harías si solo tuvieras seis meses de vida?
¿Seguirías haciendo lo mismo que estás haciendo hoy?
¿Seguirías sin atreverte a hacer lo que estás posponiendo una y otra vez?
Piénsalo y siéntelo. Hoy. No esperes. Hazlo como si fueras a morir mañana.
Ahora es el único tiempo sobre el que puedes decidir. No dentro de seis meses. Porque nadie te puede asegurar que estarás aquí.
Instantes de Jorge Luis Borges
Hace años descubrí Instantes de Jorge Luis Borges. Refleja el sentimiento que queda al final de tu vida cuando haces balance e intuyes que no has empleado tu tiempo en lo que de verdad importa. Cada vez que lo leo me conecta con el deseo de vivir intensamente. Lo comparto a continuación y en un enlace por si quieres descargarlo para que te ayude a disipar las dudas absurdas que pierden el sentido ante la cercanía de la muerte.

El recordatorio de la muerte nos hace revivir
A veces, nos morimos en vida y en ocasiones, el recordatorio de la muerte nos hace revivir.
En la revisión de diciembre del año pasado, la prueba de la mamografía salió mal. Llegué al hospital, esperé mi turno, me llamaron, pasé a hacerme la mamografía y salí a esperar fuera leyendo un libro. Hasta aquí, todo normal. Entonces, salió la enfermera a repetírmela y todas mis alarmas saltaron. Volví a pasar, me volvieron a hacer la prueba y volví a quedarme en la sala de espera. No sé el tiempo que esperé, 10, 15 minutos, no lo sé. Sólo sé que se me hizo eterno. No volví a abrir el libro.
Me imaginé empezando otra vez las visitas al hospital, las pruebas, el tratamiento… Otra vez, fui consciente de lo que quería haber hecho y que no hice en el último año, esperando no sé a qué y temí, otra vez, que fuera demasiado tarde. Intenté parar mis pensamientos y me puse una canción para convencerme de que iba a estar bien.
Por fin, salió la enfermera y dijo que podía irme tranquila, que solo querían repetirme la prueba porque no se veía de manera nítida un área del pecho. Me puse a llorar por la tensión acumulada y por el alivio que sentí.
No quiero sentir angustia cada vez que voy a hacerme un análisis de sangre. No es verdad que desee estar enferma de nuevo.
Sé que la vida puede cambiar de repente.
Sé qué importante es cada segundo vivido con conciencia.
Pero yo aún estoy aprendiendo a vivir a través de la felicidad y no del sufrimiento.
Y en el frío de diciembre, de revisiones de hospital, vuelvo a sentirme cobarde y tengo miedo de que la vida me vuelva a avisar de que voy por el camino equivocado.
Entonces, cierro los ojos, respiro profundamente y recuerdo que una vez fui valiente. Y sé que puedo volver a serlo. Cuando yo lo decida.
Preparados. Listos.
YA.
Lo único que nos separa de la muerte es el tiempo.
Ernest Heminway

Hoy es el turno de hacerte tus propias preguntas.
Como siempre, me encuentras al otro lado de la pantalla.❤
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¿Caminamos juntas?
Un abrazo,

Quizá tenía que pasar
No es justo, pero solo así se aprende a valorarY si me levanto y miro al cielo
Vivir. Rozalén & Estopa
Doy las gracias y mi tiempo lo dedico a quien yo quiero
Lo que no me aporte lejos
Si alguien detiene mis pies
Aprenderé a volar
Me encantan tus posts!
Muchas gracias Aitana. Es todo un honor para mí digas esto habiendo escrito un libro. Incluso me abruma.
Tienes un blog precioso. Me encantan los libros y perderme en las bibliotecas y en las librerías.
Qué bien que nos hayamos encontrado.
Un abrazo
Es precioso, me ha hecho detenerme a pensar, muchas gracias por compartirlo. Un beso enorme.
Gracias Belén por leerme. Muchas veces, se nos olvida que nuestro tiempo aquí es limitado (a mí también) y es lo único cierto. Un beso grande de vuelta