Elegir entre ser conductor o copiloto en la vida

Este verano hemos hecho muchos kilómetros en avión y también en coche.

En los viajes, como en la vida, hay dos opciones: elegir entre ser conductor o copiloto.

Dicen que cuando te toca la lotería todas tus cualidades, y también tus defectos, se amplifican. En los viajes compartidos sucede lo mismo y los personajes que cada uno asume se acentúan.

Al hombre gladiolo no le gusta que hable de él por aquí. Dice que no le dejo demasiado bien, aunque no opino lo mismo. Dado que él es muchas cosas que yo no soy, y al revés, en los viajes chocamos de frente como dos trenes.

No hay curva en la que sea imposible adelantar. Sólo es cuestión de decidir cuál es el mejor momento para hacerlo.

Ayrton Senna

Diferentes formas de viajar (y de vivir)

Los viajes de vacaciones con el hombre gladiolo son como una lista de objetivos que hay que cumplir. Los emprende de la misma manera que afronta la vida. Para ello, se prepara a conciencia antes de salir de viaje: se ocupa de planificar el itinerario con los mapas de las carreteras, comprueba el estado de los neumáticos del coche y define las paradas de antemano. 

Por mi parte, no hago gran cosa en la preparación previa, y mientras estamos en ruta, miro por la ventana o me echo una siesta. Eso sí, me encargo de la música del viaje.

Me saqué el carnet de conducir al poco de cumplir los 18 años y conduzco habitualmente por la ciudad, pero es el hombre gladiolo quien conduce en los viajes largos. A él le gusta conducir y a mí no tanto, así que parece una decisión fácil. Sin embargo, a mí me cuesta ceder el control y yo también me quiero sentar al volante. Así que la discusión está servida para elegir entre ser conductor o copiloto.

El hombre gladiolo tiene claro su destino, mientras que yo, que soy más de dejarme llevar, pues no tanto.

Por eso, él acaba conduciendo y yo voy de copiloto.

La capacidad de estar presente

Tras muchas horas como copiloto, he observado una de las principales cualidades de los pilotos: la presencia.

El hombre gladiolo no escribe un diario ni medita ni, mucho menos, escucha mantras. Pero posee una poderosa capacidad de estar presente. Esto, aunque no lo parezca, es mucho más espiritual que cualquier ritual de alineamiento con la luna.

En mi caso, la presencia no es uno de mis puntos fuertes, lo que supone un obstáculo, no solo para ser conducir un coche, sino también para vivir la vida.

No solo no me fijo por la carretera por la que voy o me cuesta mantener la atención en las interminables reuniones de trabajo por Zoom. Mis pensamientos saltan de uno a otro en cualquier sitio. En este instante, estoy, y al siguiente, desaparezco.

La práctica de la meditación o la conciencia de mi cuerpo físico con el mindfulness me ayudan a estar presente, pero con las vacaciones de por medio, mi mente ha olvidado cualquier tipo de disciplina, zen o no. Y me pierdo en lo que fue, en lo que será o construyendo castillos en el aire.

Te pasas toda la vida encerrada en el laberinto pensando en cómo vas a escapar de ahí y lo fabuloso que será; imaginar ese futuro te mantiene con vida, pero nunca escapas. Solo utilizas el futuro para huir del presente.

John Green

Viajar (y vivir) en piloto automático

Dicen los corredores de rallyes que el papel de los copilotos también es importante. Tiene poco que ver con dejarse transportar desde un lugar a otro, que es lo que hago yo.

Por eso, más que viajar como copiloto, lo que en realidad hago es pasarme al modo piloto automático.

La forma en la que viajamos se asimila a la forma en la que vivimos.

Vivir en piloto automático puede resultar cómodo. Nos ahorramos tomar decisiones que nos afectan y que no siempre están claras, nos dejamos llevar por los caminos elegidos por otros confiando en su criterio y no nos cuestionamos nada. Pero el coste es muy elevado: nos quedamos sin averiguar si nosotros hubiéramos preferido tomar otros caminos.

Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.

Invictus. William Ernest Henley

Un viaje llamado vida de Banana Yoshimoto

No sé gran cosa sobre literatura japonesa, pero he leído algunos libros de los autores más conocidos por este lado del mundo, incluyendo dos de Banana Yoshimoto. No son libros de acción en los que sucedan grandes aventuras, sino más bien historias íntimas, casi como cuentos contados al lado de una hoguera.

Para el viaje de este verano, metí en la maleta “Un viaje llamado vida”, que es un libro de ensayos de Banana Yoshimoto, sin ningún orden cronológico ni ningún otro orden aparente. Recoge pensamientos sobre sus viajes (parece estar especialmente enamorada de Italia) y las diferencias culturales con su vida en Tokio.

Banana habla del contraste entre el viaje y la vida diaria. Cada día es un viaje, dice, pero solo nos damos cuenta, casi accidentalmente, cuando estamos lejos. En nuestra vida cotidiana no somos conscientes de las cosas que parecen normales y que en realidad son irrepetibles.

También, recalca la importancia de atesorar recuerdos, como única cosa que podemos hacer en la vida. Y solo podemos recordar viviendo con presencia.

Con frecuencia se me olvida lo que vivo. Al poco tiempo de regresar de un viaje, de ver una película o leer un libro no me acuerdo la mayoría de los detalles. Únicamente recuerdo la sensación que dejaron en mí.

Olvido todas estas cosas porque mientras suceden no estoy allí del todo. Me pierdo el presente, y este no deja huella en mi memoria. Por eso, para guardar las vivencias que no sé transformar en recuerdos, escribo y dejo que las palabras me anclen al mundo real.

Un viaje llamado vida Banana Yoshimoto

Contemplar el crepúsculo de hoy que nunca vuelve. Sin experimentar esa felicidad, los hombres no podemos seguir viviendo.

Un viaje llamado vida. Banana Yoshimoto

Elegir entre ser conductor o copiloto en la vida

En realidad, da igual elegir entre ser conductor o copiloto.

Importa más disfrutar los caminos que recorremos.

Vivir con presencia y viajar con intensidad cada segundo de cada viaje. Ése es el motivo por el que cuando el viaje llega a su fin, al hombre gladiolo no le pesa regresar a casa y a la normalidad del hogar. En cambio, yo, cuando estoy fuera de vacaciones, echo de menos mi casa, pero, al poco de regresar a ella, ya me quiero volver a ir.

Banana Yoshimoto dice que un viaje, no importa lo desastroso que resulte, en la memoria se transforma en algo maravilloso. En mis viajes, como en la vida, no todos los momentos lo son, pero deseo guardar los recuerdos vividos intensamente.

Los días pasan. Las cosas cambian. Todo desaparece de este mundo algún día para convertirse en un lugar al que no podremos regresar por más que queramos. Por eso, lo único que podemos hacer es mirar fijamente el presente. Recrearnos en el paisaje, deleitarnos con la música y compartir con los otros nuestro viaje. Disfrutando los caminos que recorremos. Y vivir.

Porque estar vivo es un privilegio, no un derecho.

atardecer en avión

Hoy es siempre todavía.

Antonio Machado

Como siempre, me encuentras al otro lado de la pantalla.❤

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¿Caminamos juntas?

Un abrazo,

firma Laura

Aquí y ahora
Este es el momento, aquí y ahora
El lugar perfecto es aquí y ahora
Todo lo que quieras vivir está justo delante de ti

Aquí y ahora. Los Aslándticos
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